La gratitud, una emoción que nos hace más felices
Podríamos definir la gratitud como “la emoción positiva que se produce en el acto de reconocimiento de determinado beneficio recibido”; para mí, “mostrar gratitud” es tomar conciencia de algo o alguien y agradecérselo.
Diversas investigaciones sobre aspectos tan complejos como la felicidad, nos revelan que para ser feliz es importante tener cubiertas dos variables:
- Conseguir lo que uno desea.
- Saber apreciar, eso que se ha conseguido.
Es obvio, que sin el punto 2, el 1 no es suficiente. Se ha escrito mucho al respecto y yo mismo también lo he podido comprobar, que personas que “aparentemente” tienen cubiertas sus necesidades afectivas y materiales, pueden ser altamente infelices. Es muy posible, que su “foco de atención” esté puesto solo “en lo que no tienen”, y ello les impida disfrutar de todo lo que tienen. Recuerdo unos comentarios del psiquiatra y escritor Jorge Bucay, comentando el siguiente axioma en el que algunas personas viven atrapadas: “que feliz sería yo, con lo que no tengo”, refiriéndose a ese tipo de personas que en cuanto consiguen lo que según ellos necesitaban para ser felices (pareja, trabajo, dinero), de forma automática fijan su deseo en “otra cosa que no tienen” y así pueden continuar el resto de su existencia.
Un aspecto a considerar, es que podemos encontramos personas que expresan su gratitud hacia lo que tienen o hacia lo que les pasa (con independencia que les falten cosas), o sea, tienen una “tendencia apreciativa” a la hora de valorar su vida y de valorarse a sí mismos y, por otro lado, hay otro grupo de personas más centradas en lo que no tienen y, producto de esa “mirada deficitaria”, tienen serias dificultades para tener unas aceptables cuotas de felicidad, pues están condenadas a que siempre les falten cosas.
“Seamos agradecidos con las personas que nos hacen felices. Son los jardineros que hacen florecer nuestras almas”
Marcel Proust (Novelista y ensayista)
Yo pienso que estoy en el primer grupo: estoy profundamente agradecido con la vida y con una gran cantidad de cosas que disfruto; a cualquier nivel: personal (por ejemplo tener talento para algo), interpersonal (una relación de amistad) o material (disfrutar de un inmueble).
Una frase que leí hace años me inspiró “tenemos que aprender a desear lo que tenemos”; esta frase me sirvió para valorar cosas que yo “daba por hechas” y que no concedía excesiva importancia: la salud, el haber tenido personas que me cuidaron a lo largo de mi vida, o incluso algún bien material que no valoraba.
“Muchas veces, a lo largo de un mismo día, me doy cuenta que mi propia vida y sus logros se han construido gracias al trabajo de las personas que me rodean. También comprendo, con cuanta seriedad debo esforzarme para darles, en correspondencia, tanto como he recibido”
Albert Einstein (Físico y premio Nobel)
Desde hace años, y como consecuencia directa de leer esta frase y de las reflexiones que me suscitó, empecé a practicar ejercicios de gratitud, que considero que son excelentes para “energizarme”. La práctica del ejercicio principal, que a continuación os detallo, la ejecuto semanalmente, no obstante en momentos difíciles o de desánimo, puedo hacerlo a diario. Los ejercicios básicamente son tres:
- Dedicar un espacio diario semanal, para agradecer todas las cosas que actualmente estoy disfrutando. Es un espacio que me vincula con mi pasado y que uso para recordar a personas que ya no están conmigo pero que han sido determinantes para que yo sea quien soy (puedo llegar a mostrar gratitud por un abuelo que no conocí). Continúo después, con las personas o cosas, de mi presente y cómo las estoy valorando y disfrutando. En estos espacios, puedo mostrar gratitud por disfrutar de salud, por un día soleado, o sencillamente por poder comer cada día.
- Escribir en una libreta cosas que me han salido bien o de las que estoy satisfecho, antes que caigan en el olvido. Esta libreta también me sirve para reforzar el ejercicio 1 pues solo con leerla consigo una generación automática de emociones positivas y de bienestar que me impulsa a seguir creando nuevas cosas.
- Transmitir a personas con las que comparto mi vida personal o profesional la gratitud que siento por tenerlos a mi lado (este es el ejercicio que más me ha costado llevar a cabo y en el que más tengo que implicarme para conseguirlo pues no me sale de forma natural).
La práctica de estos ejercicios de gratitud, tiene muchos beneficios; a continuación expongo, algunas cosas que yo mismo he podido comprobar y que me estimulan a continuar haciéndolo:
- Genero emociones positivas que me ayudan a combatir las negativas (que esas ya vienen solas). Estas emociones me sirven para ser más efectivo en mi día a día y también más feliz.
- Vivo “el presente” aumentando mi conciencia de la vida que estoy viviendo y de qué forma la estoy disfrutando.
- Ello me ayuda a focalizarme en lo que es importante para mí, y me previene (no siempre) de caer en trampas consumistas, materialistas o que me desenfocan de lo que para mí es importante. A este aumento de la conciencia me gusta llamarle “plenitud”.
- Mejoro mi autoestima, al otorgar valor a cada instante que yo puedo disfrutar en mí día a día y al sentirme afortunado por vivirlos.
- Aumento mi vocación de servicio para ayudar a otros, pues me siento fuerte y seguro y puedo poner la atención en otros y cuidarles, algo difícil cuando uno es infeliz o se siente “vacío”.
- Mejoro mi creatividad, producto de todo lo anterior.
Espero que algo de lo escrito en este artículo, pueda contribuir de alguna forma, para que aumentes tu gratitud. Buena suerte!