¿Cómo vas de Responsabilidad Personal?
Cada ser humano tiene una particular forma de evolucionar y de desarrollarse, influida en parte por los discursos que ha escuchado en su infancia, por las experiencias vividas, por las habilidades que ha desarrollado, y por un largo etcétera de aspectos de diversa índole.
Este “bagaje de vida”, configura un particular “observador”, único e irrepetible, y es desde ese particular “observador” que somos, que nos “hacemos cargo de nuestra vida”. “Hacerse cargo de la vida de uno”, implica muchas cosas, pero sobre todo implica “elegir”. Cada persona, está en cierta medida condicionada por las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida, y quién somos a día de hoy, es algo así, como “el producto final” de las decisiones que tomamos en el pasado, sumado a los resultados de estas decisiones. Es obvio, que el “entorno” y las “circunstancias” donde hemos tomado estas decisiones, han contribuido en los resultados, no obstante, según diferentes estudios de diversas disciplinas en los últimos años, no parece que sean tan “determinantes” como antes creíamos.
Un aspecto clave en nuestra evolución como ser humano, tiene que ver con el concepto “responsabilidad”. Este concepto, trata acerca de con que actitud afrontamos la vida, y de forma particular, sobre cómo actuamos frente a los problemas, obstáculos o dificultades que vamos encontrando. Una persona con “alta responsabilidad”, se siente “factor causal para modificar el estado de las cosas”, o sea, no espera que “las cosas se solucionen solas” o que “las solucionen otros”. Con esto quiero decir que no se resignan ante los acontecimientos amparándose en la queja, el victimismo o el desánimo (y si lo hacen, no por mucho tiempo), sino que asumen que son “parte activa” en lo que les sucede y como tal, toman la iniciativa, generando acciones que les acerquen a conseguir sus objetivos.
“Todo aquel que tiene una razón para vivir, puede soportar cualquier forma de hacerlo”
Friedrich Nietzsche (Filósofo)
Asumir “nuestra responsabilidad” por ejemplo, ante una relación de amistad “que no funciona”, es tener humildad para identificar “¿que estoy haciendo yo, para que me esté pasando esto?”, al margen que haya también responsabilidad en “la otra parte”. El no asumir ser parte “del problema”, nos impide, ser parte de la solución, y esta solución llegará con más facilidad si tomamos la iniciativa. Obviamente, estas acciones con frecuencia, estarán “fuera de nuestra área de confort” y pueden comportar: tomar riesgos, mejorar habilidades y/o gestionar la incertidumbre, entre otras cosas.
Las personas que poseen “alta responsabilidad” se sienten más seguras de sí mismas para afrontar los distintos retos que se plantean y disfrutan de una mejor autoestima que las personas que no asumen sus responsabilidades. Ello, tiene su lógica pues alimentar nuestra autoestima, tiene que ver “con pasar a la acción”, todo lo contrario del victimismo, que más bien paraliza.
“El futuro no es un regalo, es una conquista”
Bobby Kennedy (Fiscal General USA)
Hay una frase que me impactó en el momento de conocerla y que recuerdo con frecuencia; la frase dice así: “la acción genera ser”, o sea, que nos “construimos o desarrollamos” en base a las acciones que emprendemos, como consecuencia de las decisiones que tomamos. Cada vez que asumimos nuestra “responsabilidad” (generamos una acción o varias), alimentamos en mayor o menor grado nuestra autoestima y autoconfianza, independientemente de si tenemos éxito o no con nuestra iniciativa. Por ejemplo, yo puedo esforzarme en mejorar una relación con un amigo, y todo y no conseguir mi objetivo, puedo sentirme satisfecho de haberlo intentado y de los aprendizajes que esa “elección” me ha comportado.
A continuación, os detallo algunas situaciones en las que podemos ejercer nuestra responsabilidad personal para modificar nuestro presente y en consecuencia, nuestro futuro.
- Transformar una queja (que muchas veces se verbaliza a terceras personas que no son parte implicada y por tanto, no pueden solucionarnos esa situación), por un reclamo (dirigirnos a la persona en cuestión y expresar nuestra necesidad).
- Afrontar una “conversación pendiente”, para “sanear” una relación y poder “cerrar” determinado capítulo.
- Conversar con alguien para “marcarle límites” acerca de la incomodidad que representa para ti algunos de sus comportamientos, o para expresar cómo te ha sentado determinada acción o comentario que ha efectuado esa persona sobre ti.
- Pedir disculpas a alguien por algún comportamiento inadecuado que has tenido con él/ella.
- Salir de nuestra “zona de confort” para asumir un nuevo reto.
- Pedir a alguien algo que para nosotros es importante, pero que hasta ahora no lo hemos dicho pues nos ha faltado coraje.
Te deseo suerte en tus acciones…